La fuerza de un pueblo indestructible
Ser un español casado con una mujer maravillosa ucraniana desde hace más de veinte años, con dos hijos maravillosos —que comparten genes de su madre ucraniana y de su padre español—, representar a este gran país como Cónsul Honorario desde hace más de tres, y conocer humildemente su cultura, lengua, gastronomía, historia, política y a muchos miembros de la comunidad ucraniana, me ha dado una visión que a veces contrasta con lo que escucho en los medios de comunicación españoles y europeos, así como en conferencias y seminarios de supuestos expertos.
Muchas veces, no coincido con ellos. Creo firmemente que Ucrania no se rendirá ni hoy ni mañana. Creo que la resistencia ucraniana acelerará el colapso económico y militar de Rusia. Creo que Ucrania ganará la guerra y recuperará los territorios ocupados, y que sus habitantes volverán a sus casas y a sus vidas.
Creo que con la paz llegará la integración con Europa, impulsando reformas que modernizarán el Estado ucraniano y traerán prosperidad económica. Creo que la mayoría de los refugiados regresarán: algunos para quedarse y reconstruir el país, y aquellos que hayan construido una nueva vida en el extranjero también volverán de visita, invertirán en su tierra y seguirán apoyando a Ucrania desde sus nuevos hogares europeos.
Creo que la experiencia de los niños ucranianos en Europa enriquecerá al país: con sus nuevas costumbres europeas, con una red de amistades inquebrantables puestas a prueba en una situación crítica, con su conocimiento de idiomas.
Creo que el dinamismo, la capacidad de trabajo y el amor por su país que muestran los ucranianos harán que la velocidad de reconstrucción de Ucrania se estudie en los libros de historia. Creo que el respeto al enorme sacrificio de los veteranos será el cimiento de la unidad nacional, que mirará con desprecio la corrupción y la división.
Creo que la lengua ucraniana, verdadera joya indestructible de su cultura, será aceptada y valorada por todos como un elemento de cohesión, no de discusión.
Creo que Ucrania, con su reputación, su valor y su experiencia, será una verdadera garantía de seguridad para Europa, y que será correspondida por ello.
Creo que Ucrania seguirá alimentando al mundo con sus cosechas, pero también con su increíble música, folclore, gastronomía, pintura, arte gráfico, deporte, danza y cine.
¿Y por qué estoy tan seguro? Porque mi pronóstico lo avalan dos mil años de supervivencia de un pueblo indestructible.
Si no me creen, si no me entienden, observen cómo se despide el sol en otoño en los montes de Uzhorod; cómo brillan las cúpulas doradas de Kyiv bajo un cielo despejado; cómo, en las llanuras del sur, el trigo ondea como un mar dorado, mecidas sus espigas por el viento; o cómo la inmensidad del mar Negro abraza la elegancia serena de Odesa.
Solo a través de esa belleza eterna podrán entenderme. ¡Slava Ukraini!
Por: Pablo Gil, Cónsul honorario de Ucrania en la Comunidad Valenciana
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